jueves, 28 de mayo de 2009

Pues sí, resulta que la perfección existe

Tres títulos y porque no disputaba más. El Barça versión 2008-2009 queda para la historia, como recomposición acertada, debida a Guardiola, de aquel magnífico equipo que emergió hace cinco temporadas pero que flojeó al compás de la indisciplina y los caprichos. Ronaldinho fue el símbolo de lo mejor y lo peor de esos tiempos. Bastaron su salida, un par de retoques y el temple de Guardiola para cuajar en este equipo esplendoroso. El equipo de Xavi e Iniesta, ellos dos sobre todo. Los mismos que llevaron a España al título de la Eurocopa. Los gestores de este fútbol que puede con todo.

Empezó apretando el Manchester, hasta que Iniesta lo resolvió, con una arrancada de interior de los de antes, por el callejón del ocho, ganando terreno, intimidando, desdibujando las líneas rivales... Luego, en el momento justo, pase a Etoo, cuyo instinto explotó certeramente el alboroto. En la segunda mitad, un pase limpio de Xavi a la frente de Messi valió el otro gol. Dos a cero, resultado sobrio y contundente, resultado que explica la superioridad de un fútbol que nace en la cabeza y sale por los pies, un fútbol bonito, preciso, imposible de combatir. Un fútbol que nadie se puede negar a aplaudir.

Como tantos equipos ante este modelo de fútbol, ante ese tiqui-taca de Xavi, Iniesta y quienes les acompañen, el Manchester se perdió. No culpemos a Cristiano, por cierto, tan en boga en estos días. Él hizo casi todo lo peligroso de los suyos, mientras existieron o cuando pretendieron revivir. Se le vio rabiosillo, sí, metiéndose en entreveros, dejando un poco incluso la impresión de que ya piensa en madridista, pero fuera de eso no hay nada que reprocharle. Fue, simplemente, que el fútbol del Barça no tiene antídoto. Triplete, juego exquisito, cantera, Guardiola... La perfección. Pues sí, resulta que la perfección existe.

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