Empezó apretando el Manchester, hasta que Iniesta lo resolvió, con una arrancada de interior de los de antes, por el callejón del ocho, ganando terreno, intimidando, desdibujando las líneas rivales... Luego, en el momento justo, pase a Etoo, cuyo instinto explotó certeramente el alboroto. En la segunda mitad, un pase limpio de Xavi a la frente de Messi valió el otro gol. Dos a cero, resultado sobrio y contundente, resultado que explica la superioridad de un fútbol que nace en la cabeza y sale por los pies, un fútbol bonito, preciso, imposible de combatir. Un fútbol que nadie se puede negar a aplaudir.
Como tantos equipos ante este modelo de fútbol, ante ese tiqui-taca de Xavi, Iniesta y quienes les acompañen, el Manchester se perdió. No culpemos a Cristiano, por cierto, tan en boga en estos días. Él hizo casi todo lo peligroso de los suyos, mientras existieron o cuando pretendieron revivir. Se le vio rabiosillo, sí, metiéndose en entreveros, dejando un poco incluso la impresión de que ya piensa en madridista, pero fuera de eso no hay nada que reprocharle. Fue, simplemente, que el fútbol del Barça no tiene antídoto. Triplete, juego exquisito, cantera, Guardiola... La perfección. Pues sí, resulta que la perfección existe.
No hay comentarios:
Publicar un comentario