martes, 5 de mayo de 2009

2 de Mayo: Día de la Comunidad de Madrid.

Una imagen (bueno, dos) valen más que mil palabras.




El Barcelona humilló al Real Madrid en el Bernabeu en una noche para la historia (2-6).

Asido a la maestría de Xavi, que conectó con todos y gestó cuatro de los tantos, Henry encontró un filón a la espalda de Sergio Ramos. Antes, en la pizarra, Guardiola había clavado la primera pica. Un jaque en toda regla. Heinze fue titular por su supuesta capacidad para frenar a Leo Messi. Arrancó el partido y Messi se buscó la vida de falso delantero centro, con Eto’o sacrificado en el costado y con Heinze sin saber cómo ser útil en ningún momento. Además, sin una referencia clara, la rigidez de Cannavaro y Metzelder naufragó en mar abierto. Messi barrió todo el frente de ataque y picoteó con veneno en los momentos decisivos, porque tampoco le fijaron ni Gago ni Lass, en desventaja numérica en el centro del campo, con Xavi sentando cátedra e Iniesta custodiando la pelota y la gloria.

El único resquicio que encontró el Real fue zarandear a Abidal. Por ahí revoloteó Robben, que no pareció completamente recuperado de su dolencia muscular, y por ahí enlazó con Sergio Ramos en la jugada del primer tanto. Era el minuto 13 y el cabeceo de Higuaín adelantó a los blancos.

Sin tiempo para la serenidad, la batalla se encarriló por la senda del vértigo más frenético. El uno a cero encendió la mecha. Al cuarto de hora, entre Ramos y Cannavaro se coló por primera vez Henry, pero Eto’o no alcanzó su punterazo en el segundo palo. Era un aviso y una premonición. Leo Messi enganchó entre líneas y picó con precisión un pase filtrado a la carrera de Henry, que encontró la red ante Casillas.

Henry, al poco, aprovechó la ausencia de Ramos, hurgando en la herida, para limpiar a Lass y encarar a Cannavaro, que regaló una falta lateral junto a la cal. También el laboratorio le funcionó al Barcelona. Xavi enroscó a Puyol, que se zafó de Higuaín para rematar de testa, solo, y voltear el campeonato.

Un arrebato doble de Robben e Higuaín fue el último gesto de rabia de los locales. Respondió Valdés y ahí, en ese instante, murió el Real, se evaporó su coraje. El partido dejó de ser de ida y vuelta para discurrir por una sola dirección, la azulgrana. El Barça podía superar, a priori, en todo al Madrid menos en pasión y también en eso lo hizo. Los de Juande habían llegado al clásico con opciones gracias a su gigantesca fe, y la perdieron justo en el peor momento.

En el tercer tanto, el Barça castigó sin piedad un error de Lass en la salida. Robó Xavi y Messi la envió al rincón ante Iker, impotente de principio a fin.

Tras el intermedio, dos avisos de Iniesta y Henry precedieron al gol de Sergio Ramos, tras una rosca de Robben. Fue el gol de la incredulidad, no se lo creyó el Real y no tembló el Barça, que respondió firme una vez más, y esta vez de manera definitiva. Xavi, profundidad, Ramos, ausencia y Henry, puntería. Dos a cuatro.

El quinto y el sexto arribaron por inercia. Tampoco los cambios de Juande resolvieron ningún problema. La zaga del Real pasó de largo ante una maravilla de Xavi -¡vaya noche!-, que frenó, giró y habilitó a Messi, torero. El argentino sentó a Casillas y la empujó silbando. A poco del final, Piqué se unió al festín y, desnudando de nuevo a Cannavaro, rubricó una incursión de Eto’o.

Fue la victoria de un estilo, un himno evocador que retrata una manera de entender el fútbol y la vida. De Guardiola a Xavi e Iniesta, de Piqué a Henry pasando por Messi, el Barça tomó el Bernabeu sin traicionarse, siendo fiel a sí mismo. Fue el baile definitivo, campeón sin discusión posible, a falta de la consumación matemática. En el césped del Bernabeu el Barça encontró su cielo particular y confirmó, por si había dudas, lo que había tratado de hacer comprender al mundo durante toda la temporada. Que es el mejor equipo de España.


No hay comentarios:

Publicar un comentario